El realfooding y la vida healthy ¿qué ocurre si se lleva al extremo - Centro de psicología Zoraida Rodríguez

El realfooding y la vida healthy: ¿qué ocurre si se lleva al extremo?

¿Qué es el realfooding y la vida healthy?

El “realfooding” y la vida “healthy” son dos movimientos que han aparecido en los últimos años y que podríamos encuadrar dentro de la cultura de dieta.

En primer lugar, el realfooding aboga por comer alimentos que no hayan sido procesados o lo hayan sido de manera mínima y, por otro lado, la vida healthy hace referencia a los hábitos “saludables” (no azúcares, grasas saturadas…) en cuanto a alimentación, pero también incluye otros ámbitos de la vida como el deporte.

Al igual que estas tendencias, son muchas las que van apareciendo año tras año.

¿Qué ocurre cuando se llevan al extremo?

Cuando hablamos de llevar una dieta o forma de vida al extremo, debemos tener presente, en primer lugar, que el “control lleva al descontrol”. Como mencionábamos anteriormente, estas dos formas de alimentación están encuadradas en la cultura de la dieta. ¿Qué significa esto? Que llevarlas a cabo implica restricción y culpa.

En estos dos casos, se nos vende que siguiendo las pautas vamos a tener una vida más sana; sin embargo, solo estamos hablando de una salud física, sin tener en cuenta la parte psicológica.

De acuerdo con esto, podemos ver problemáticas que surgen de hacer dietas y llevarlas al extremo: los trastornos de la conducta alimentaria o TCA. Nos referimos con esto a trastornos tales como anorexia, bulimia, trastorno por atracón… aunque no hace falta llegar a tener un diagnóstico de TCA para tener una mala relación con la comida. Es decir, muchas personas que siguen a “rajatabla” la vida healthy o realfood también se pueden ver afectadas, aunque no encajen en un diagnóstico de TCA – tal y como se presentan en los criterios diagnósticos.

En esta línea, tenemos la ortorexia, que es un tipo de TCA que aparece por la búsqueda de comer únicamente comida sana. Se genera una obsesión por seguir las normas “saludables” y esto genera malestar en otras áreas de la vida. Aunque este sea el caso más claro de qué pasa cuando quiero controlar que lo que como sea sano, no implica que el hacer dieta o buscar el control en la comida no afecte a otros TCA. Es más, la literatura científica nos muestra que el hacer dietas a lo largo de la vida es un factor que favorece su aparición.

En consulta vemos que la mayoría de casos con TCA inician su primera dieta en la adolescencia temprana y, a raíz de ahí, comienza la búsqueda de la dieta perfecta que lleve a controlar el cuerpo, vernos como queremos (o como nos vemos más aceptados por la sociedad), y, como consecuencia, ponemos en ello nuestra valía personal y nuestra autoestima se ve afectada.

Se vende el realdoofing y la vida healthy como un estilo de vida, pero en ambas se demonizan los productos ultraprocesados, generando restricción a ciertos alimentos y, por consiguiente, culpa si no cumples con lo establecido (en el caso del realfooding, si comes más de un 10% de ultraprocesados).

Destacar que en sí, llevar estas dietas ya es llevarlas al extremo, porque no dejan margen de actuación: o soy realfood o no lo soy, o tengo una vida healthy o no la llevo.

¿Cómo puedo saber si lo he llevado al extremo?

Llevarlo al extremo implica que voy a ver afectadas muchas partes de mi vida (física, social, psicológica…) En definitiva: culpa y compensación.
Algunas de las “red flags” que indican que empieza a haber una relación insana con la comida serían:

  • Me peso todos los días o estoy atenta a ver si el número en la báscula cambia.
  • Estoy constantemente chequeando mi cuerpo.
  • Paso tiempo en el supermercado leyendo etiquetas.
  • Hablo de alimentos en términos de “buenos” y “malos”.
  • No puedo parar de pensar en comida.
  • Ya no quedo con amigas porque implicaría unirme a planes en los que no voy a poder seguir las pautas realfooder o healthys.
  • Organizo mi día basándose en lo que voy a comer: gimnasio, paseo, quedadas con amigos.
  • Sentimientos de culpa por comer algo malo.
  • Miedo por comer “de más”.
  • Si ya no consigo conectar con mis señales de hambre y saciedad, esto es, el comer cuando mi cuerpo lo pide y parar cuando creo que estoy saciada.
  • Mis conversaciones giran en torno a dietas, adelgazar, nutrientes y calorías.
  • Si un día me paso comiendo, al día siguiente compenso con menos comida o con más ejercicio.
  • Creo que la gente va a juzgarme por lo que como.
  • Tengo atracones de comida.
  • Etc.

¿Qué hace que nos podamos llevar el estilo de vida saludable al extremo?

Durante toda nuestra vida vamos viendo mensajes de la cultura de dieta, en la que se nos dice que estar delgados es igual a ser exitoso y a estar sano, y estar gordo equivale a fracaso y a estar insano. Sin embargo, esto no es del todo así.

Por tanto, ¿por qué la gente empieza a hacer dietas o seguir las tendencias que van surgiendo respecto a la alimentación?

  • Porque considero que mi cuerpo no es válido.
  • Busco la aceptación propia y de los demás en cómo me veo físicamente.
  • Porque creo, de acuerdo a lo que vende la sociedad, que cambiando mi apariencia física voy a gustar más, ser más aceptada, poder hacer más cosas… Por ejemplo: seré más feliz cuando baje 5 kilos, podré ir a la playa cuando tenga una barriga plana…
  • Mi autoestima es baja: considero que solo merezco hacer cosas cuando sea “perfecta”.
  • Si consigo llevar a cabo las normas, entonces me da una sensación de control.

En definitiva, creo que ser realfooder o llevar una vida healthy me va a hacer feliz.
El problema es, ¿qué pasa con la alimentación emocional? Conocer nuestras emociones, saber gestionarlas es importante y, queramos o no, va a influir en nuestra alimentación. El hecho de tener una alimentación “sana”, ¿cómo va a prevenir que vengan otras emociones que no sean la alegría? Cuando estoy triste quizás me apetece algo de chocolate. ¿Por qué no me lo voy a permitir?

¿Cuáles son las consecuencias de llevarlo al extremo?

Las consecuencias de seguir dietas son muchas. Si nos paramos a pensarlo, ninguna de las dietas funciona. Se genera restricción, de manera que no hacemos caso al hambre emocional y, cuando fallamos en la restricción, nos sentimos culpables. Con el tiempo nos cansamos de no poder seguirla y vivimos una vida que consideramos insana, hasta que volvemos a tener el “boom” de motivación (comienza el año nuevo, o el curso escolar) y entonces intentamos retomar otra dieta, casi siempre con el mismo final (¡sorpresa!).

Todo esto nos lleva a odiar nuestro cuerpo, que nuestra autoestima baje y a considerar que no podemos sujetarnos a ningún plan y que hay algo malo en nosotros (en lugar de considerar que quizás son las dietas las que fallan). Entramos en una espiral que se repite a lo largo de la vida y esto genera frustración.
Me gusta referirme a las conductas de la cultura de dieta como “ladrones de vida”. Cuando no me permito salirme de las normas de alimentación que he impuesto, pierdo muchas cosas: “hoy no puedo salir con mis amigos de tapas porque ya comí el 10% de los ultraprocesados del día”, no hago X planes si eso significa que voy a perder mi sesión de gimnasio en el día, “no puedo comer tarta de cumpleaños porque tiene azúcares”, etc. Y si lo hago, al día siguiente tengo que compensar – con una buena sesión doble de gimnasio, o cenando menos.

Respecto al deporte, una de las consecuencias que vemos es la necesidad de estar en constante movimiento, o usarlo para “quemar” lo que hemos comido. En la vida healthy y en el realfood hacen hincapié en la importancia de la actividad física, con lo que estoy bastante de acuerdo. Realizar alguna actividad física va a beneficiarte en muchos aspectos, tanto físicos como psicológicos, pero yo me pregunto: ¿a todo el mundo le gusta el mismo tipo de deporte? ¿Todo el mundo dispone del mismo tiempo para realizar ejercicio? El problema de este enfoque es que se anima a realizar deporte como una manera de castigar al cuerpo, porque “ha comido más ultraprocesados de los que debería”, o porque “me pasé el fin de semana”. Yo abogo por una mentalidad en la que el deporte te ayude a disfrutar del movimiento y de tu cuerpo.

Para recuperarnos de un TCA, o para dejar de tener conductas que afectan a nuestra alimentación e imagen corporal, tenemos que aprender a sanar la relación con la comida, y con esto me refiero a sanar la relación con todos los tipos de alimentos. Entonces, desde el movimiento realfood o healthy, ¿cómo se enseña a comer este tipo de alimentos a base de comida “real”? ¿Cómo consigo hacer actividad física como una forma de autocuidado y no como una forma de castigo?

Por último, me gustaría destacar que:

  • Es poco probable sanar la relación con la comida si estamos limitando nuestra salud a aquello que elegimos para comer y no haciéndolo de manera integral.
  • Es poco probable sanar la relación con la comida si las normas me están generando sentimientos de culpa, miedo o vergüenza al comer.
  • Es poco probable sanar la relación con la comida si hay alimentos prohibidos que generan obsesión por ciertos alimentos.
  • Es poco probable sanar la relación con la comida si creo que hay alimentos buenos y alimentos malos.

Por el contrario, es bastante probable que si seguimos las normas que se nos imponen desde este tipo de “estilos de vida” (o dietas) desarrollemos ansiedad a la hora de comer, aumentemos el riesgo de padecer un desorden alimenticio y pasemos nuestra vida preocupándonos únicamente por la alimentación y el cómo nos vemos físicamente, obviando nuestras emociones y dejando de escuchar al cuerpo.

Jessica Morillas Hyde
Psicóloga de Zoraida Rodríguez Centro de Psicología

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