Evitar la ansiedad. Marca
El exceso de responsabilidad y la personalidad perfeccionista nos juegan a veces una mala pasada. Tanto quiero dar y tanto me quiero entregar, que no consigo llegar. Las exigencias con uno mismo y con el equipo pueden resultar una fuente de presión que se transforma en ansiedad y pensamientos obsesivos, sobre todo al regresar de una lesión. Lo peor que en ese momento podemos hacer es dramatizar la situación, y focalizar la atención en lo que SE SUPONE QUE ESTAMOS OBLIGADOS A HACER.
El jugador necesita aprender a controlar los pensamientos obsesivos y negativos. Estos pensamientos pueden ser nuestro peor enemigo, nos machacan continuamente diciéndonos que no somos los suficientemente buenos o que no estamos a la altura de lo que se espera de nosotros. BASTA. Para ello vamos a:
- Trabajar la confianza y la seguridad en uno mismo: el jugador debe focalizar la atención en lo que sabe hacer bien, en repasar mentalmente su eficacia y describir lentamente las jugadas en su mente. Se trata de visualizar y prepararse para el éxito.
- Parar el pensamiento cada vez que no alcanza sus objetivos: en lugar de verbalizar en negativo y machacándose por el error, tiene que parar y decir, vamos, adelante, quien no fracasa y se equivoca es porque tampoco lo intenta, es mejor pedir perdón que pedir permiso.
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Zoraida Rodríguez Vílchez
Psicóloga deportiva
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